Dirección:
Laurent Cantet.
Interpretación:
François Bégaudeau, Nassim Amrabt, Laura Baquela, Cherif Bounaïdja.
Guión: François Bégaudeau,
Robin Campillo, Laurent Cantet (Basado en el libro de François Bégaudeau).
País: Francia.
Año: 2008.
Duración: 128
min.
Profesión y vocación
François Bégaudeau es profesor
de instituto de Lengua Francesa en un barrio marginal de Francia. Lleva cuatro
años en el mismo puesto. Sus alumnos no son los mismos que podemos encontrar en
cualquier barrio del centro de la ciudad. A la falta de ganas de sus alumnos hay
que añadirle los problemas que cada uno tiene tanto en el instituto como fuera
de él y las barreras con las que se encuentran en el mundo escolar. Pero, a
pesar de todo, François pone todas sus fuerzas en hacer que sus alumnos
aprendan. La paciencia es el gran valor del profesor. Repite las cosas tantas
veces como sea necesario y de mil maneras distintas si no es entendido. Intenta
inculcar una y otra vez las normas de respeto básicas que debe haber en un
aula. Siente empatía hacia ellos e intenta ponerse en el lugar de cada uno.
Una mirada desde dentro
En el instituto el espectador
se sitúa como si estuviera en una esquina del aula y lo viera todo. Parece que
los alumnos están dando una clase con naturalidad. El montaje ni siquiera
parece tal, más bien nos lo enseña como si fuera un plano único, sin cortes,
viendo realmente lo que ocurre en la clase. Al igual que el las reuniones de
los profesores o las tutorías con los padres. Incluso se llega a sentir
impaciencia por la conducta de los alumnos. Esta visión hace que el espectador
entre aún más en el mundo de la película, y dando realismo a esta. Vemos como
cada profesor se implica de una forma distinta con los chicos, como llegan a
perder la paciencia después de una clase un poco disparatada, como son sus
relaciones entre ellos. Incluso hay momentos en los que gracias a la cámara al
hombro parezca que estamos ante un documental y no ante una película.
Un profesorado no muy implicado
El resto de profesores del
instituto, aunque no tengan una conducta de pasotismo ni hagan su trabajo fuera
de la vocación, no parecen implicarse tanto con los alumnos como François. Cada
vez que tienen una conversación un poco más seria sobre problemas con los
chicos, pronto aluden a otro personal. Es el caso de la máquina de café o del
embarazo de una de las profesoras. Parecen eludir pequeños problemas, lo que
hace que la “bola” se haga cada vez más grande y al final sea imposible
remediarlo.
La escuela y el hogar, dos
mundo separados
La historia no trata de hacer
un recorrido de la vida de los estudiantes dentro y fuera del aula. Con este
registro hace que no veamos a los alumnos como si fueran víctimas pero tampoco
dejamos de lado las vivencias de cada uno. En la clase afloran problemas
familiares y personales.
Las tutorías con los padres
hace que nos hagamos una idea básica de la vida de los alumnos. Padres que solo
se preocupan de que sus hijos hagan las tareas de casa mientras no miran sus
avances escolares, padres que no se interesan porque sus hijos aprendan dentro
y fuera de la escuela, padres que dejan toda la educación para los profesores.
A veces incluso da la sensación de que solo conocen a sus hijos en el mundo del
hogar, y no saben como son “de puertas para afuera”.
François, con su método del
autorretrato, une los dos mundos. Hace que los alumnos aprendan a escribir de
una forma no cotidiana y a la vez que saquen lo que llevan dentro. Quiere
conocerlos personalmente, psicológicamente.
Una enseñanza que no valora a
las personas
Si nos ponemos en un contexto
de colegio de clase media-alta, lo más seguro es que los alumnos de esos
centros no se encuentren ni con la mitad de los problemas que nos encontramos
en un instituto de barrio marginal. Por ello, el método de enseñanza debe ser
amoldado a cada caso. En el caso de “la clase”, podemos ver que los alumnos son
valorados en el ámbito educativo, pero dejan a un lado el ámbito personal que
en estos casos es tan importante. Los profesores solo se dedican a valorar
positivamente a los alumnos cuando hacen algo bien (ya sea desde leer un
capítulo de un libro, o hacer las tareas en casa), pero no valoran
positivamente los logros personales. En una sociedad donde la educación básica
no la conocen, debe empezarse por ahí, y si ya hay una pequeña base, al menos,
reforzarla. Es ahí donde veo el principal problema de los profesores de este
instituto. Sancionan a los alumnos cuando hacen algo, que no tiene que ver con
la escuela, mal, pero no los valoran cuando su comportamiento es adecuado. Con
el trabajo del autorretrato que ya he tratado antes, François une estas dos
formas de valoración.
Fiel reflejo de la realidad
La clase, muestra de manera muy humana y fiel la realidad
en las sociedades menos afortunadas. Como durante todo un curso los problemas
que ha habido surgiendo se han solucionado de mejor o peor forma. Como la clase
empezó con alumnos que no tenían muchas ganas de aprender pero que al final han
descubierto lo que podría ser su vocación (como es el caso del chico que le
apasionan las ciencias naturales o la chica que lee a Platón). Vemos una evolución
en los personajes muy fiel a la vida real. Es decir, el personaje no encuentra
su vocación rápidamente y se dedica a ello, sino que lo hace de forma sutil.
La propia película hace un
autorretrato sobre la educación actual es las zonas más ignoradas.